Este tiempo de vida que Dios nos ha dado a cada uno, sea largo o sea corto, es todo lo que tenemos. Sí, tenemos una eternidad esperando por nosotros. Pero este es el tiempo que Dios nos ha dado para trabajar. En el cielo disfrutaremos del fruto de ese trabajo, pero aquí, mientras tengamos vida, podemos soñar, planear y trazarnos metas, y lo mejor, podemos trabajar por ellas. Aquí es donde nuestra fe es desafiada y Dios quiere que aprovechemos cada oportunidad para trabajar y hacer realidad los sueños que nos ha dado, y conquistar las promesas que nos ha prometido. ¿Dios te prometió una familia? Este es tu único momento para esforzarte por ella y derramar todo tu amor en ella. En el cielo no hay esposos, no hay hijos ni nietos. Solo Dios es Padre y todos somos sus hijos. Dios te prometió un negocio, este es tu momento para hacerlo crecer y bendecir a otras personas. ¿Quién sabe si tu negocio es la única oportunidad de alguna persona de recibir a Jesús en su corazón? Eso es algo que solo puedes hacer aquí. Así que esforcémonos y trabajemos en los sueños que Dios ha puesto en nuestro corazón. Después gozaremos del fruto de nuestro trabajo eternamente.
Ejercicio:
¿Qué oportunidad ha puesto Dios hoy en tu vida? ¿Es un «pequeño trabajo» o un «gran trabajo»? Eso no importa; lo único que importa es cuánto empeño pones en él y a quiénes bendigas con él. Con la sabiduría de Dios, aprovecha hoy una nueva oportunidad, toma tu trabajo y hazlo con todo tu empeño.
Oración:
Padre, gracias por el trabajo que me has dado. Si a veces me quejo, perdóname y ayúdame a trabajar siempre con todo empeño, a esforzarme, dar gloria a tu nombre y bendecir a muchos a mi alrededor. Gracias porque tú me das la fuerza para trabajar, y mientras me regales vida, ayúdame a no desperdiciar un momento sino a sacarle el mayor provecho al tiempo y la vida. Te amo, gracias Jesús. Amén.
Lectura:
Y todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño; porque en los dominios de la muerte, adonde te diriges, no hay trabajo ni planes ni conocimiento ni sabiduría.
Eclesiastés 9:10
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