Ayer escribiste tus metas con Dios, y ahora es el momento de preguntarte por qué. ¿Por qué estas metas son importantes? Tienes que tener una razón lo suficientemente convincente, no para convencer a nadie más de creer en ellas, sino para convencerte a ti misma todos los días de ir tras ellas. Una meta puede ser cuidar mejor tu cuerpo, y puede ser que cuidar de tu salud sea algo a lo que Dios te ha llamado, pero ¿por qué? ¿Por qué es necesario? ¿Por qué quieres hacerlo? Estas son preguntas que te harás a ti misma consciente o inconscientemente todos los días.
Una respuesta vaga sería «porque es necesaria», «porque tengo que bajar de peso», «porque tengo que nutrirme mejor». Debes ser más específica. Por ejemplo, una respuesta específica y motivadora puede ser: «porque si tengo mejor salud, tendré un mejor ánimo, no estaré cansada o de mal humor con frecuencia; podré pasar más tiempo de calidad compartiendo con mi familia, mis hijos, etc.; podré tener más energía para trabajar en el propósito de Dios para mi vida; y glorificaré a Dios cuidando su templo, que es mi cuerpo.»
Ejercicio:
Por cada meta que hayas escrito, escribe la razón por la que es necesaria o por qué deseas alcanzar esa meta, y todos los beneficios que obtendrías al alcanzarlas. Sé tan específica como puedas. Además, escribe qué pasaría si no alcanzaras esas metas y cómo te perjudicarían. Y hazlo con Dios; si Él puso esas metas en tu corazón, Él sabe por qué es necesario que las alcances.
Oración:
Padre, te pido que me ayudes a alcanzar cada una de las metas que hemos trazado juntos para este 2024. Cuando no tenga ganas de trabajar por ellas, recuérdame por qué es necesario que las alcance y cómo alcanzarlas puede ser una bendición para tu propósito en mi vida y para aquellos que me rodean.
Lectura:
Colosenses 3:17; 1 Corintios 9:26; 1 Corintios 10:31